domingo, 2 de agosto de 2015

"Caracas pórtate bien, diría el maestro Billo en tus 448 aniversario".

Por: Alfonso Rivera 
Para tener un poquito de idea, el valle dónde hoy vivimos casi 7 millones de personas estaba habitado por diferentes grupos indígenas que no poseían una identidad homogénea (de hecho no posean un liderazgo único). Cada "tribu" era manejada por un cacique y en época de guerra, se creaban alianzas bajo un solo gran cacique. Este valle rebosa de nombres de caciques famosos (Guaicaipuro, Terepaima, Chacao, Baruta, etc.) En 1562, Francisco Fajardo instaló cerca de lo que hoy sería Miraflores la hacienda "Santo Domingo", un primer intento de poblar la zona y de evangelizar a los habitantes del valle. La hacienda duró solo un par de años. Luego, en 1567, Diego de Losada llegó al valle tras conquistar y fundar poblaciones en la mayoría del territorio entre El Tocuyo y este valle nuestro. Y bueno, ahí comenzó una época de lucha tremenda contra los habitantes originales. Sin embargo, la urbanización de la zona prevaleció.
Mi amada Caracas, la Caracas del inolvidable Billo, entre pasodobles y merengues; la Caracas de Cabré, entre óleo y tela; la Caracas de Alejandro Colina, con las ancas de María Lionza que esta entre el arte y la fe; la Caracas del guzmancismo, del perezjimenismo y la Caracas de la desidia, de la libertad mal entendía, de la demagogia desmedida, de los muertos insepulcros, de los espantos que atraen la miseria y la soledad; La Caracas de los aduladores del poder que como plantas parasitarias van secando los sueños.
Mi amada Caracas cuyo nombre bautismal quedo grabado en un botalón en el año de 1567 por un capitán real, llamado Diego de Lozada, que quiso inmortalizar este pedazo de cielo en la tierra de Los Caribes, comandados por un cacique como Guaicaipuro que era pura fibra de orgullo y de libertad.
Mi amada Caracas de aquel hombre que era un soñador, un conquistador y un guerrero, que la historia ligera lo ha hecho criminal de aquel cacique que se inmolo por su dignidad y que ha quedado solo Caracas, la voz del indio que aún resuena en cada joven que protesta por su ideal. La Caracas señorial que se fue entre sus techos rojos y el amor de un pueblo que la ha olvidado, aunque hoy la empiezan a buscar entre la nostalgia de lo que fué y el amor de lo que será. Esa Caracas, es el nombre de la tribu que habitaba el Valle de Los Caracas, uno de los valles costeros contiguos a la actual ciudad por el norte. Esta tribu era conocida por los españoles asentados en la isla perlífera de Cubagua debido a sus expediciones esclavistas a esa costa entre 1528 y 1540, por lo cual se hizo palabra usual entre los españoles del oriente del país como referencia para toda la zona y con ello se generalizó el nombre a las tierras del área de Caracas.
Nuestra amada Caracas ha sido la cuna de grandes personajes importantes para la historia de Venezuela, como el Libertador Simón Bolívar quien nació en una casa entre las esquinas de San Jacinto y Traposos el 24 de Julio de 1783 y le diera la libertad a seis países suramericanos. Actualmente su casa natal es conservada como un museo. También está el recordado Francisco de Miranda, precursor de la Independencia de América, Andrés Bello, fundador de la Universidad de Chile y Simón Rodríguez, quien se desempeñó como ministro de la cultura de la naciente Bolivia; vale destacar que (Bello y Rodríguez) fueron maestros del Libertador.
Pero entre muchos amores que tuvo, tiene y tendrá Caracas nuestra sultana del Ávila o Guaraira repano como es conocida en la actualidad con su nombre original colocado por las tribus originarias que poblaban nuestro hermoso valle, se encuentra el gran maestro Luis María Frómeta, éste músico de origen dominicano le dedicó más de 12 canciones a la capital venezolana.
No hubo un músico más enamorado que él. Lo decía en cada entrevista que le hacían: el amor por la Caracas que lo acobijó en los años 30, cuando muy joven llegó de su natal República Dominicana a tocar un baile y se quedó, no terminaría ni siquiera cuando muriera. Y así fue. El día que le daban cristiana sepultura a Luis María Frómeta, tal como era su deseo, el último compás del Alma Llanera sonó sobre su tumba, cantado por una multitud que se reunió en el camposanto para acompañar a los músicos de la Billo's Caracas Boys en la interpretación.
Esa fue una de las tantas muestras de amor que el maestro Billo le dio a la capital, empezando por la utilización de su nombre en la orquesta que tantas satisfacciones le trajo y que ha puesto a bailar a millones de personas, tanto dentro como fuera del país, desde 1940. Si bien le dedicó versos a varias regiones del país, y a varios aspectos de la cotidianidad nacional, la capital siempre fué algo recurrente y especial para sus composiciones.
Canciones nostálgicas, otros cantos de admiración y algunos con picardía y pinceladas de humor. En valses, merengues caraqueños o pasodobles, muchos fueron los temas (más de 12) que el dominicano escribió a la ciudad: Caracas, Caracas vieja, El canto de Caracas, Sueño caraqueño, Caracas, pórtate bien, Caminito de Guarenas, La capillita de El Calvario, El Metro te lleva, En Caracas, Canto a Caracas, ¡Epa, Isidoro! y Nuevo Circo, entre otros. De todas, las últimas tres de las nombradas son de las más recordadas.
Canto a Caracas. Escrita en 1967, 21 años antes de morir, en sus estrofas Frómeta expresó el amor por la ciudad de los techos rojos al punto de afirmar que "para cantarte a ti, mi Caracas, puse al arpa todas las cuerdas de oro" y cosas por el estilo, en las que evocaba imágenes caraqueñas, muchas de las cuales, ahora, son sólo un recuerdo.



 

¡Epa, Isidoro! El tema fue escrito en ocasión de la celebración del Cuatricentenario de la capital a uno de sus grandes amigos. Era tal la afinidad que sentía con su amigo que era de las pocas canciones que Billo interpretaba en vivo. "¡Epa, Isidoro! buena broma que me echaste el día que te marchaste sin acordarte de mí serenata" decía la introducción del tema, razón por la cual en 1988 -cuando falleció el director de orquesta- muchos decían que había ido a su encuentro.


Caracas pórtate bien testimonio es este vals de que el Maestro presentía que la muerte se avecinaba para reclamar su alma. No quiso partir del mundo de los vivos sin dedicarle unas últimas líneas a su eterno amor, como cuando una pareja se separa porque las circunstancias lo obligan así. Majestuosamente el Maestro cerró ciclo con la ciudad que lo acobijó durante más de 50 años, pidiéndole "Caracas, pórtate bien” FELIZ CUMPLEAÑOS MI HERMOSA CARACAS.



Lic en Música, Alfonso Rivera
Docente Universidad Experimental de las Artes (Unearte) Caracas/Venezuela
Pianista profesional, arreglista, compositor,investigador, postgrado en gerencia cultural, articulista, multi-instrumentista.




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