Por: Alfonso Rivera
Para tener un poquito de idea, el valle dónde hoy
vivimos casi 7 millones de personas estaba habitado por diferentes grupos
indígenas que no poseían una identidad homogénea (de hecho no posean un
liderazgo único). Cada "tribu" era manejada por un cacique y en época
de guerra, se creaban alianzas bajo un solo gran cacique. Este valle rebosa de
nombres de caciques famosos (Guaicaipuro, Terepaima, Chacao, Baruta, etc.) En
1562, Francisco Fajardo instaló cerca de lo que hoy sería Miraflores la
hacienda "Santo Domingo", un primer intento de poblar la zona y de
evangelizar a los habitantes del valle. La hacienda duró solo un par de años.
Luego, en 1567, Diego de Losada llegó al valle tras conquistar y fundar
poblaciones en la mayoría del territorio entre El Tocuyo y este valle nuestro.
Y bueno, ahí comenzó una época de lucha tremenda contra los habitantes
originales. Sin embargo, la urbanización de la zona prevaleció.
Mi amada Caracas, la Caracas del inolvidable Billo,
entre pasodobles y merengues; la Caracas de Cabré, entre óleo y tela; la
Caracas de Alejandro Colina, con las ancas de María Lionza que esta entre el
arte y la fe; la Caracas del guzmancismo, del perezjimenismo y la Caracas de la
desidia, de la libertad mal entendía, de la demagogia desmedida, de los muertos
insepulcros, de los espantos que atraen la miseria y la soledad; La Caracas de
los aduladores del poder que como plantas parasitarias van secando los sueños.
Mi amada Caracas cuyo nombre bautismal quedo grabado
en un botalón en el año de 1567 por un capitán real, llamado Diego de Lozada,
que quiso inmortalizar este pedazo de cielo en la tierra de Los Caribes,
comandados por un cacique como Guaicaipuro que era pura fibra de orgullo y de
libertad.
Mi amada Caracas de aquel hombre que era un soñador,
un conquistador y un guerrero, que la historia ligera lo ha hecho criminal de
aquel cacique que se inmolo por su dignidad y que ha quedado solo Caracas, la
voz del indio que aún resuena en cada joven que protesta por su ideal. La Caracas señorial que se fue entre sus techos rojos
y el amor de un pueblo que la ha olvidado, aunque hoy la empiezan a buscar entre
la nostalgia de lo que fué y el amor de lo que será. Esa Caracas, es el nombre
de la tribu que habitaba el Valle de Los Caracas, uno de los valles costeros
contiguos a la actual ciudad por el norte. Esta tribu era conocida por los
españoles asentados en la isla perlífera de Cubagua debido a sus expediciones
esclavistas a esa costa entre 1528 y 1540, por lo cual se hizo palabra usual
entre los españoles del oriente del país como referencia para toda la zona y
con ello se generalizó el nombre a las tierras del área de Caracas.
Nuestra amada Caracas ha sido la cuna de grandes
personajes importantes para la historia de Venezuela, como el Libertador Simón
Bolívar quien nació en una casa entre las esquinas de San Jacinto y Traposos el
24 de Julio de 1783 y le diera la libertad a seis países suramericanos.
Actualmente su casa natal es conservada como un museo. También está el
recordado Francisco de Miranda, precursor de la Independencia de América,
Andrés Bello, fundador de la Universidad de Chile y Simón Rodríguez, quien se
desempeñó como ministro de la cultura de la naciente Bolivia; vale destacar que
(Bello y Rodríguez) fueron maestros del Libertador.
Pero entre muchos amores que tuvo, tiene y tendrá
Caracas nuestra sultana del Ávila o Guaraira repano como es conocida en la
actualidad con su nombre original colocado por las tribus originarias que
poblaban nuestro hermoso valle, se encuentra el gran maestro Luis María
Frómeta, éste músico de origen dominicano le dedicó más de 12 canciones a la
capital venezolana.
No hubo un músico más enamorado que él. Lo decía en
cada entrevista que le hacían: el amor por la Caracas que lo acobijó en los
años 30, cuando muy joven llegó de su natal República Dominicana a tocar un
baile y se quedó, no terminaría ni siquiera cuando muriera. Y así fue. El día
que le daban cristiana sepultura a Luis María Frómeta, tal como era su deseo,
el último compás del Alma Llanera sonó sobre su tumba, cantado por una multitud
que se reunió en el camposanto para acompañar a los músicos de la Billo's
Caracas Boys en la interpretación.
Esa fue una de las tantas muestras de amor que el
maestro Billo le dio a la capital, empezando por la utilización de su nombre en
la orquesta que tantas satisfacciones le trajo y que ha puesto a bailar a
millones de personas, tanto dentro como fuera del país, desde 1940. Si bien le
dedicó versos a varias regiones del país, y a varios aspectos de la
cotidianidad nacional, la capital siempre fué algo recurrente y especial para
sus composiciones.
Canciones nostálgicas, otros cantos de admiración y
algunos con picardía y pinceladas de humor. En valses, merengues caraqueños o
pasodobles, muchos fueron los temas (más de 12) que el dominicano escribió a la
ciudad: Caracas, Caracas vieja, El canto de Caracas, Sueño caraqueño, Caracas,
pórtate bien, Caminito de Guarenas, La capillita de El Calvario, El Metro te
lleva, En Caracas, Canto a Caracas, ¡Epa, Isidoro! y Nuevo Circo, entre otros.
De todas, las últimas tres de las nombradas son de las más recordadas.
Canto a
Caracas. Escrita en 1967, 21 años
antes de morir, en sus estrofas Frómeta expresó el amor por la ciudad de los
techos rojos al punto de afirmar que "para cantarte a ti, mi Caracas, puse
al arpa todas las cuerdas de oro" y cosas por el estilo, en las que
evocaba imágenes caraqueñas, muchas de las cuales, ahora, son sólo un recuerdo.
¡Epa,
Isidoro! El tema fue escrito en
ocasión de la celebración del Cuatricentenario de la capital a uno de sus
grandes amigos. Era tal la afinidad que sentía con su amigo que era de las
pocas canciones que Billo interpretaba en vivo. "¡Epa, Isidoro! buena
broma que me echaste el día que te marchaste sin acordarte de mí serenata"
decía la introducción del tema, razón por la cual en 1988 -cuando falleció el
director de orquesta- muchos decían que había ido a su encuentro.
Caracas
pórtate bien testimonio es este vals
de que el Maestro presentía que la muerte se avecinaba para reclamar su alma.
No quiso partir del mundo de los vivos sin dedicarle unas últimas líneas a su
eterno amor, como cuando una pareja se separa porque las circunstancias lo
obligan así. Majestuosamente el Maestro cerró ciclo con la ciudad que lo
acobijó durante más de 50 años, pidiéndole "Caracas, pórtate bien” FELIZ
CUMPLEAÑOS MI HERMOSA CARACAS.
Lic en Música, Alfonso Rivera
Docente Universidad Experimental de las Artes (Unearte) Caracas/VenezuelaPianista profesional, arreglista, compositor,investigador, postgrado en gerencia cultural, articulista, multi-instrumentista.
Docente Universidad Experimental de las Artes (Unearte) Caracas/VenezuelaPianista profesional, arreglista, compositor,investigador, postgrado en gerencia cultural, articulista, multi-instrumentista.
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