En
el universo de la música existen muchos géneros que por su alta complejidad y
profundidad armónica despiertan una sublime elevación del alma y espíritu como
lo es el jazz en sus diferentes formas de interpretación, aunque puede ocurrir
con otros géneros musicales, como el blues que junto al jazz nos hace más
sensitivos y nos eleva como seres humanos, percibimos cosas tanto a nuestro
alrededor como internamente y al mismo tiempo provoca que entremos en un estado
de serenidad muy saludable que ocasiona que seamos capaces de improvisar
soluciones o frases ingeniosas que sorprenderán a los demás en nuestra vida
cotidiana y hace que nos mostremos tal y como somos, definitivamente la
genialidad consiste en ver cosas donde nadie la puede ver. Es posible que,
debido a eso, este tipo de música tenga tantos seguidores a lo largo y ancho
del planeta.
El
músico ejecutante de jazz se refleja de manera inmediata y directa en la
formación del peculiar sonido jazzístico de improvisación; sus sonidos, tanto
en el ejecutante como en el cantante, son claros y duros: la voz humana se
queja y acusa, llora, grita, gime y se lamenta, y los instrumentos son
expresivos y volcánicos, sin reglamentos sonoros ni formas estandarizadas de
producción musical, el sentir se apodera de cada uno y comienza a fluir toda
una amalgama de armonías y ritmos que seducen al público de tal manera que se
convierten en víctimas del suave aroma de este peculiar sonido creando una
atmósfera de intercambios sensitivos.
Definitivamente
la improvisación es la esencia del género, es su vitalidad, la sencillez y la
belleza artística. En este sentido se tiene la virtud de llenar
rítmicamente por medio de la improvisación un concierto, tocando piezas
inéditas o bien algunos covers o standarts de canciones ya conocidas por
el público a lo largo del tiempo, sin que ello sea una copia fidedigna de la
composición original, he ahí la magia del jazz, se enriquecen acordes
recortando y mezclando sonidos aplicando un vocabulario personal que establece
una impronta en cada interpretación. Y así la ornamentación que en la música
barroca se empezó a gestar dando inicios a la improvisación con la genialidad
del inmortal compositor alemán Johan Sebastián Bach, hoy en día en el jazz es
una técnica que cada vez se perfecciona más y más.
El
jazz es una música con espíritu de verdad, con ella se puede
percibir un mundo muy cercano al cosmos, el jazzista percibe y siente,
comprende y abarca lo que toca. Su belleza radica en esos sonidos inmediatos,
de un instinto primigenio, más cerca de lo primitivo, por eso da origen a
la singularidad y hermosura en sí mismo.
Algunos
entendidos y críticos melómanos piensan que para disfrutar del jazz se
debe poseer una sensibilidad especial para acercarse a esta belleza y
comprenderla y sobre todo sentirla, no tratar de explicarla, sino que de manera
perceptual se impregne en los estímulos naturales del cuerpo y la mente, la
música no se mide por lo que significa sino por lo que realmente es.
El
jazz no sólo se basa en la improvisación, se puede, y no por ello deja de ser
jazz, el no improvisar, también se puede trazar por encima de las armonías
dadas de los estándares, nuevas líneas melódicas, puede solamente ornamentar
las melodías de los temas alterándolos en grado mínimo, como una “paráfrasis
musical”, puede ser sólo un tipo de “arreglo” y también se puede tocar líneas
melódicas enteramente nuevas por encima de las armonías dadas como “frases de
coro”. Ello sólo aumenta la capacidad creativa de los jazzistas, la creación
que se da sólo es de quién la produce, no se reproduce nunca de la misma
manera, pues una improvisación o adaptación jazzística es siempre una expresión
personal del que improvisa y de sus situación musical, emocional y espiritual.
La idea de tocar hermosamente, rítmicamente y progresivamente queda atrás con
la aparición del jazz. A los músicos de este género no les interesa adaptarse a
una imagen sonora generalmente comprometedora, el jazz tiene sonido propio.
Para esta forma expresiva no se basan tanto en la estética como en la
emotividad, la expresividad tiene una jerarquía superior.
Así
este maravilloso género y su peculiar sonido se describe por sí mismo, no hay
porque tratar de explicarlo con exactitudes ni especificidades y mucho menos
como proceso de una antigua escuela musical solo se trata de sentirlo al máximo
y dejarse llevar por sus maravillosas armonías. La música por naturaleza es
vibración rítmica, lo cual repercute en nuestra percepción sonora y provoca
vibración del cuerpo mismo. La formación del sonido del jazz apela a todas las
vibraciones que el cuerpo produce al percibir este tipo de ritmo.
Lic en Música, Alfonso Rivera
Docente Universidad Experimental de las Artes (Unearte) Caracas/VenezuelaPianista profesional, arreglista, compositor,investigador, postgrado en gerencia cultural, articulista, multi-instrumentista.
Docente Universidad Experimental de las Artes (Unearte) Caracas/VenezuelaPianista profesional, arreglista, compositor,investigador, postgrado en gerencia cultural, articulista, multi-instrumentista.
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