lunes, 11 de mayo de 2015

¨Disciplina vs talento en la música¨

Por: Alfonso Rivera

"Salvo los tontos, los hombres no se diferencian mucho en cuanto a intelecto; solo en ahínco y trabajo duro" (Charles Darwin)

"El talento es algo bastante corriente. No escasea la inteligencia, sino la constancia" (Doris Lessing)

El gran científico Robert J. Sternberg, uno de los más importantes expertos en temas de capacidad e inteligencia en la actualidad, denomina "inteligencia exitosa" a lo que algunos llaman talento. La inteligencia que se emplea para lograr objetivos importantes. Más amplia que lo que miden los test de inteligencia porque incluye la gestión de las emociones, el esfuerzo o la resistencia a la derrota. Las personas que poseen esa aptitud básica no dependen demasiado de las motivaciones externas, sino que saben auto estimularse; aprenden a controlar sus impulsos; saben cuándo mantenerse en las metas y cuándo cambiar de objetivo o rumbo de acuerdo a sus propias lecturas; saben sacar el máximo provecho de sus capacidades; completan las tareas, tienen iniciativa, no dejan las cosas para otro día sino se plantean retos a cumplir y logran culminar con total éxito todas las metas que se trazan.



Científicos e Investigadores como Anders Ericsson, Herbert Simón y Bill Chase mantienen la tesis que las grandes habilidades en cualquier campo como sería el  violín, las matemáticas, el ajedrez, etcétera requieren por lo menos de una década de práctica intensa. Incluso Boby Fischer, prodigio del ajedrez, necesitó practicar con ahínco durante nueve años para lograr, a los 17 años, el título de gran maestro dentro del ajedrez. La regla de los 10 años, o de las 10.000 horas, implica que todas las habilidades se crean utilizando el mismo mecanismo fundamental. "No hay ningún tipo de célula que posean los genios que no tengamos el resto", sostiene Ericsson según lo apreciado por el dentro de sus investigaciones.



Junto a dos colegas de la Academia de Música de Berlín, el doctor Ericsson realizó, a principios de los años noventa, un estudio de referencia. Dividieron a los violinistas en tres grupos. En el primero estaban los estudiantes con un mayor potencial y talento. En el segundo, aquellos juzgados simplemente como buenos. En el tercero, los estudiantes que tenían pocas probabilidades de llegar a tocar profesionalmente y pretendían ser profesores del sistema escolar público. A todos les preguntaron: ¿en el curso de toda su carrera, cuántas horas ha practicado en total? Todos habían empezado a tocar aproximadamente a la misma edad, alrededor de los cinco años; en aquella fase temprana, aproximadamente la misma cantidad de horas, unas dos o tres por semana. Las diferencias surgían a partir de los ocho años. Los estudiantes que terminaban como los mejores de su clase empezaban por practicar más que todos los demás, y a los veinte practicaban por encima de las 30 horas semanales. Los intérpretes de élite habían acumulado 10.000 horas de práctica cada uno. En contraste, los estudiantes buenos a secas habían sumado 8.000 horas. Y los futuros profesores de música, poco más de 4.000.

 Se repitió el experimento pero esta vez con los pianistas profesionales. Lo más llamativo del estudio de Ericsson, según cuenta Gladwell en Fueras de serie, es que no encontró músicos natos que flotaran sin esfuerzo hasta la cima practicando una fracción del tiempo que necesitaban sus pares. "Tampoco encontraron obreros a los que, trabajando más que nadie, lisa y llanamente les faltara el talento necesario para hacerse un lugar en la cumbre. Una vez que un músico ha demostrado capacidad suficiente para ingresar en una universidad o academia superior de música, lo que distingue a un intérprete virtuoso de otro mediocre es el esfuerzo que cada uno dedica a practicar. Y eso no es todo", concluye Gladwell; "los que están en la misma cumbre trabajan mucho, mucho más que todos los demás". El aspecto a tomar en cuenta es que mientras muchos descansan y salen a divertirse, existen muchos instrumentistas que están dedicados en horas de esfuerzo y trabajo a lograr la excelencia dentro de la música.


Si nos vamos al cerebro. Y, por una vez, no relacionemos las famosas neuronas y talento. Cada vez son más los neurólogos que consideran a la mielina mucho menos estudiada que las neuronas como la clave de la adquisición de habilidades. Toda habilidad humana, ya sea jugar al fútbol, pintar o interpretar a Bach, proviene de una cadena de fibras nerviosas que transmiten un diminuto impulso eléctrico dentro del cerebro. La mielina rodea las fibras nerviosas. Permite que la señal sea más veloz y fuerte porque impide que se escapen del circuito los impulsos eléctricos. Cuando practicamos, esta lipoproteína responde cubriendo el circuito neural y añadiendo, en cada nueva capa, habilidad y velocidad. Es como conseguir una especie de línea de banda ancha: se multiplica por 3.000 la capacidad de procesamiento de la información. Ya la neuro-ciencia tiene rato estudiando este fenómeno dando grandes resultados y excelentes aportes a la ciencia.


En el año 2005 se realizó un escaneó al cerebro de varios concertistas de piano y  allí se evidencio una relación directamente proporcional entre las horas de práctica y esta materia blanca llamada mielina. Cuanto más se activa el nervio, mayor es la cantidad de esta lipoproteína que lo envuelve. Pero, como sostiene Daniel Coyle autor de best sellers del New York Times de El Pequeño Libro de Talento, El Código del Talento, Guerra de Lance Armstrong, y Hardball, no se forma para responder a ideas vagas, a información que nos lava como una ducha caliente. Se crea para responder a acciones concretas. Es necesaria la práctica intensa. Teniendo en cuenta una aparente paradoja: aquellas experiencias en las que al principio cometemos más errores, errores que nos obligan a ir más despacio, son las que nos hacen más talentosos. Podemos pensar que si no tenemos el gen del talento no hay nada que hacer o ponernos manos a la obra. Sin duda, el trabajo y la constancia son las mejores formas de provocarlo.



La aceptación cada vez más universal del concepto de cognición distribuida, hace que al hablar de talentos, se deba especificar el tipo de inteligencia desde que Howard Gardner presentase su enfoque de las inteligencias múltiples, ya no es posible expresar con seriedad académica, que tal u otro niño es un talento La pregunta inmediata que surge es: talento ¿en qué? Pues es indudable que se puede ser un talento en música, en matemáticas, en lengua, en dibujo, en deportes, en relaciones Cuántos ejemplos de esto nos da la vida. Cuántos músicos brillantes son solo eso, músicos talentosos. Cuántos deportistas son solo eso, personas descollantes en su deporte. Cuántos escritores son nada más que exitosos en esa área. Y podríamos continuar así con muchos de los talentos que conozcamos.


 No quiero significar con esto que una persona no pueda ser talentosa en varias inteligencias a la vez. Lo que quiero significar es que el talento se da por diferentes tipos de inteligencias. Y sí, puede darse, que un sujeto haya desarrollado sus talentos en varias inteligencias  con disciplina y trabajo.




En conclusión: ¡La disciplina realmente vence tarde o temprano a el talento!
La disciplina es un conjunto de reglas de comportamiento para mantener el orden y la subordinación entre los miembros de un cuerpo o una colectividad en una profesión o en una determinada colectividad. Japón es un país muy admirado en todo el mundo por tener una buena economía y por su adelanto tecnológico. Y eso no se debe a que “los japoneses son los más inteligentes” como mucha gente suele pensar, se debe a que los japoneses tienen disciplina. Yo pienso que se puede tener disciplina para muchas cosas, pero no necesariamente se necesita la inteligencia para tener disciplina. Según los japoneses el secreto del éxito está en la disciplina. La inteligencia es la facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad. Existe en Japón un dicho que traducido dice más o menos: "Tarde o temprano la disciplina vencerá a la inteligencia", es decir es importante tener talento, pero es más importante ser disciplinado para lograr el éxito. En educación, la disciplina no hay que entenderla como causa, ni método o procedimiento de educación correcta, sino como resultado general de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Una de las grandes fallas del sistema educativo es que se ha descuidado la formación de la voluntad, es decir la disciplina. La mitad de la vida es suerte, la otra disciplina; y ésta es decisoria ya que, sin disciplina, no se sabría por dónde empezar con la suerte. La disciplina es un factor esencial para el éxito? Por supuesto que sí, pero de nada sirve aplicarla si no se presenta constancia. El ser disciplinado implica la capacidad para controlar los impulsos, en especial los que apartan de una meta ardua o inclinan un goce inmediato. La disciplina es, pues, centrarse en una meta y trabajar día con día para lograr acometerla sin desesperar. 





Lic en Música, Alfonso Rivera
Docente Universidad Experimental de las Artes (Unearte) Caracas/Venezuela
Pianista profesional, arreglista, compositor,investigador, postgrado en gerencia cultural, articulista, multi-instrumentista.

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